Una guía para la práctica del sang

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Dodrupchen Jigme Tenpe Ñima

Sang Offering

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Una guía para la práctica del sang

de Dodrupchen Jigme Tenpe Ñima

Namo guru padmakaraye!
Encarnación de todos los budas del pasado, presente y futuro, protector de todo ser viviente,
¡piensa en nosotros, los seres de esta era degenerada, y cuidanos con tu compasión!
Señor de Oddiyana, joya que coronas las enseñanzas y los seres de esta Tierra de las Nieves,
¡con devoción inquebrantable y reverencia de cuerpo, habla y mente, ante ti me inclino y te ofrezco mi coronilla!

El tema que vamos a explicar es el siguiente: es al hacer ofrendas ilusorias, mediante la práctica ilusoria, que podemos completar las acumulaciones ilusorias. Por medio de esta causa (la acumulación de mérito) obtenemos el resultado, la perfección de la sabiduría. Cuatro métodos notablemente exentos de dificultad, y que a la vez tienen un gran significado y aportan grandes beneficios, son la ofrenda de sang, las tormas de agua,[1] el sur[2] y el propio cuerpo. Cualquier persona que los practique con asiduidad y diligencia reunirá las acumulaciones, purificará los obscurecimientos y, especialmente, pacificará cualquier obstáculo o factor que impida el logro del Dharma y del despertar en la vida presente, liberándose de ellos como el sol que emerge de entre las nubes. Puesto que también nos ayudan a progresar en el camino, conduciéndonos al logro supremo del Dzogpachenpo, tiene sentido que pongamos nuestra energía en estas prácticas.

Veamos primero la práctica del sang. Las ofrendas para el sang han de ser «de origen noble, sustancias refinadas y estar dispuestas de forma hermosa». Esto significa que no deben estar manchadas por modos de vida erróneos ni por la tacañería. Los cinco modos de vida erróneos[3] y la tacañería en particular son causas de un renacimiento como espíritu ávido. Si somos tan tacaños con las sustancias de la ofrenda como lo seríamos al cortar pedazos de nuestra propia carne, no lograremos el resultado de reunir las acumulaciones, así que debemos ser cuidadosos en evitarlo.

«Sustancias refinadas» significa que deberíamos ofrecer la primera porción de las mejores partes de lo que consumimos personalmente, y no cosas que nunca tocaríamos porque están pasadas, se han podrido, son demasiado amargas o son las últimas sobras. Esto no sería correcto. Los budas no tiene conceptos dualistas sobre lo bueno y lo malo, limpio o sucio, pero aún así todo debe estar limpio e higiénico, como en el dicho: «Puesto que es para reunir las acumulaciones, tiene que estar limpio e incluso limpiarse aún más». El punto clave es que las sustancias de ofrenda deben estar muy limpias, y aún ser purificadas.

«Dispuestas de forma hermosa» significa que es importante que el quemador de sang y demás, así como el lugar donde se disponen las ofrendas, estén dispuestos de forma elegante y uniforme. No deben estar estropeados o sucios simplemente porque no queremos esforzarnos demasiado y por lo tanto, hacemos caso omiso a las instrucciones que hemos escuchado.

Además, en cualquier cosa que hagamos, debemos coordinar nuestras acciones de cuerpo, habla y mente, o de lo contrario nunca lograremos nada de valor. Si nos contentamos tan sólo con recitar las palabras de la práctica, sin siquiera pensar en lo que hacemos, como si nuestra cabeza fuera una máscara de madera con una lengua de papel que aletea en su interior, no lograremos nada en absoluto aparte de cansarnos. De hecho, no hay ninguna práctica que se haga sólo recitando sin necesidad de visualizar. También esta práctica se basa en la fase de generación (kyérim) y en la visualización.

En resumen, comenzamos por recitar los versos de refugio y bodhichitta, tomando refugio en las Tres Joyas con confianza y fe estables, y generamos la bodhichitta de aspiración, que es la motivación de desear que todos los seres conscientes —nosotros mismos y los demás— alcancemos el perfecto despertar. Si no se hacen estas dos cosas a modo de preliminares, la práctica será como disparar una flecha sin apuntar primero a la diana, por lo que debemos comenzar siempre con el refugio y la bodhichitta.

Luego, a menos que nos visualizamos en la forma de la deidad yidam, cualquiera que sea, no podremos bendecir las sustancias de la ofrenda; por lo tanto debemos visualizarnos como el yidam.

Desde la sílaba Hung en nuestro corazón aparece una sílaba Ram, de color rojo oscuro, que quema las sustancias de la ofrenda del sang. De la sílaba Yam surge viento que las esparce, y de una Kham surge agua que las limpia. Con esto las ofrendas se purifican en la vacuidad del espacio absoluto de gran pureza primordial, el dharmadhatu que está más allá de toda conceptualización.

Luego, visualizándonos una vez más como la deidad yidam, de nuestro corazón se emana una sílaba Om blanca adornada de círculos (tiklés) de luz, que se convierte en el precioso recipiente, profundo y extenso en tamaño, el cual se extiende para abarcar el universo entero. En su interior, sílabas Om blancas, que representan la esencia del cuerpo iluminado de todos lo budas; sílabas Ah rojas, que representan la esencia de su habla iluminada; y sílabas Hung de color azul oscuro, la esencia de su mente iluminada, caen como lluvia desde la esfera absoluta.

Una vez bendecidas, las ofrendas del sang, cuya esencia es la vacuidad y el néctar inmaculado de sabiduría que libera al saborearlo, asumen diversas formas en la percepción de los diversos invitados. Aparecen como formas para estimular el sentido de la vista, como sonidos para estimular el oído, como fragancias para estimular el olfato, como sabores para estimular el gusto y como sensaciones táctiles para estimular el tacto, así como toda clase de riquezas y deleites, perfectamente completos, sin que falte nada: un tesoro vasto e inagotable como las nubes de ofrendas del noble bodhisattva Samantabhadra. Por medio del mantra y del mudra del «tesoro del espacio», se incrementan y se multiplican.

Luego, desde la sílaba Hung en nuestro corazón —el corazón de la deidad yidam— se emanan infinitos rayos de luz, y consideramos que:
− las Tres Joyas, que son los convidados convocados por respeto;
− los protectores, que son los invitados convocados merced a sus cualidades;
− los seres de las seis clases, que son los invitados por compasión; y
− los convidados creadores de obstáculos, con quienes tenemos deudas kármicas, todos ellos se manifiestan en formas físicas que surgen del espacio absoluto del dharmadhatu, como burbujas que aparecen de repente en el agua o relámpagos centelleando en el cielo.

Al mismo tiempo que recitamos las líneas para convocar a los invitados, consideramos que aparecen instantáneamente delante de nosotros, percibidos directamente por nuestros sentidos, y les pedimos que tomen sus asientos.

Las cuatro clases de invitados

Los Tres Joyas, supremas y difíciles de hallar, que son los invitados por respeto, son los budas del dharmakaya, sambhogakaya y nirmanakaya, así como el Dharma y la Sangha, además de todos los gurus, deidades yidam, dakinis y demás. Todos aparecen vívidamente, como racimos de estrellas arriba en el cielo.

Los protectores, que son los invitados por sus cualidades, son los ocho mahadevas, los ocho grandes nagas, los ocho grandes rahus, los cuatro grandes reyes, los nueve grandes terroríficos, los diez guardianes de las direcciones, las veintiocho constelaciones y los setenta y cinco gloriosos protectores de las moradas puras, junto con sus séquitos, sus asistentes, los asistentes de los asistentes, sus familias y todas las fuerzas positivas, deidades locales y guardianes. Todos ellos se reúnen como nubes ondulantes en el cielo.

Las seis clases de seres, que son los invitados por compasión, son los dioses, seres humanos, semidioses, animales, pretas, seres de los infiernos y demás, todos reunidos como un niebla espesa en el aire.

Las fuerzas obstructoras, que son los invitados con quienes tenemos deudas kármicas, incluyen a todos los acreedores kármicos, tales como las 80.000 clases de fuerzas obstructoras, encabezadas por Vinayaka, rey de los creadores de obstáculos, así como los quince grandes döns que atacan a los niños y Hariti con sus quinientos hijos. Todos ellos están reunidos sobre la tierra, congregados como una tremenda multitud de hombres y dioses.

La visualización de la ofrenda

Imagina que todas las deidades a quienes ofrecemos reciben las substancias del sang en forma de rayos de luz, como los rayos del sol que alcanzan el agua, y las absorben con los vajras huecos de sus lenguas. También puedes considerar que diosas de ofrendas, tan numerosas como las partículas de polvo en un rayo de sol, se emanan del humo de la ofrenda; cada una de ellas sostiene en la mano derecha un vaso lleno de néctar de purificación y en la izquierda un recipiente con medicinas, a la vez que esparcen el dulce aroma del humo por el mundo entero. De las puntas del humo se emanan inconcebibles nubes de ofrendas, tan vastas como un océano, compuestas de los ocho símbolos de buen augurio, los siete emblemas de la realeza y demás.

Los beneficios de la ofrenda

Al ofrecer a las Tres Joyas supremas y difíciles de hallar —los invitados por respeto—, todos los seres sensibles (nosotros mismos incluidos) completamos las dos acumulaciones, purificamos las dos clases de oscurecimientos y obtenemos las dos clases de siddhis en esta misma vida.

Al ofrecer a los protectores —los invitados por sus cualidades—, sus mentes se embriagan con el sabor de la dicha y la vacuidad, y nos ayudan a apaciguar todas las enfermedades, influencias destructivas, adversidades y obstáculos, y hacer que surjan todo tipo de circunstancias positivas y virtuosas y condiciones propicias, espontáneamente y sin esfuerzo, tal como lo deseamos, para lograr cualquier actividad que queramos.

Al ofrecer a las seis clases de seres —los invitados por compasión—, estos se liberan de su visión kármica, de su sufrimiento y de las tendencias habituales de sus respectivos reinos. A corto plazo llegan a poseer todas las riquezas y deleites de los dioses de la Maestría Sobre las Emanaciones de Otros.[4] En última instancia se convierten en budas, despertando de forma espontánea en el gran reino último de Akanishta, que aparece naturalmente.

Al ofrecer a las fuerzas obstructoras —los invitados con quienes tenemos deudas kármicas—, se saldan todas las deudas que nosotros y todos los demás seres hemos acumulado a lo largo de infinitas vidas sin principio, incluida nuestra vida presente en el cuerpo actual. Éstas incluyen las deudas que acortan la vida por haber matado; deudas que nos infestan con enfermedades al haber atacado o golpeado a otros; deudas que nos empobrecen por haber robado; deudas a amos y a siervos[5] y deudas por haber matado accidentalmente a hombres y caballos. Nuestras deudas quedan saldadas, quedamos libres de obligaciones kármicas y exentos de la venganza mortífera de los acreedores kármicos. Ellos a su vez se liberan de su visión kármica y de su sufrimiento y, en particular, se liberan de sus propias intenciones malvadas y de la tendencia de dañar a los demás, a la vez que desarrollan las cualidades de la bondad amorosa, la compasión y la preciosa bodhichitta.

Es muy importante sellar la práctica de este modo, teniendo en mente la visualización a la vez que recitamos las palabras del texto.

La visualización de la disolución

Mientras recitamos el texto de la disolución, consideramos que el que hace la ofrenda, las sustancias ofrecidas y los receptores de la ofrenda se reabsorben en la extensión infinita de la gran pureza primordial y la libertad intemporal, el dharmadhatu, en el que no hay ninguna actividad conceptual, y que trasciende las limitaciones de las ideas. Luego, para concluir, dedicamos las fuentes de nuestros méritos para la iluminación perfecta y recitamos los versos de buen augurio adecuados.

Dado que las visualizaciones para las prácticas de ofrecer tormas de agua, sur, y de ofrecer el cuerpo son prácticamente idénticas, se pueden comprender aplicando el razonamiento.

Aunque en mi propia mente no estoy seguro del significado,
me he mantenido fiel al linaje oral de los maestros incomparables
sin permitir que asome el orgullo de la erudición ni introducir ideas propias.
Así, en respuesta a las repetidas peticiones de mi amigo del Dharma,
he escrito esta breve guía para la visualización de la práctica de sang. Si he cometido algún error, lo confieso ahora mismo delante de la multitud de deidades de sabiduría.
Por estos méritos, para mi mismo y todos los demás que vean este texto,
¡que se apacigüen por completo todos los obstáculos al logro de la iluminación;
que nuestros deseos en armonía con el Dharma se realicen sin ningún impedimento;
y que todo sea auspicioso para que logremos el bienestar propio y de los demás, tal y como lo deseamos!

Cuando el monje Acho, quien ha sacado buen provecho de sus libertades y condiciones favorables, y que ha visitado varias veces todos los grandes lugares sagrados de esta tierra de Jambudvipa, me lo pidió una y otra vez, diciendo que necesitaba una guía breve para la visualización de la práctica de sang, yo, el mendigo de Dome llamado Ten, escribí estas palabras en una ermita apartada en la ladera de Dorje Drak.

¡Virtud! ¡Virtud! ¡Virtud!

| Traducido al inglés por Adam Pearcey, 2006. Muchas gracias a Tulku Thondup Rinpoche por sus amables aclaraciones. Traducido al español por Roger Espel Llima, 2011 y 2014.


Bibliografía

Edición tibetana

’jigs med bstan pa’i nyi ma. rdo grub chen ’jigs med bstan pa’i nyi ma’i gsung ’bum. 7 vols. Chengdu: Si khron mi rigs dpe skrun khang, 2003. (BDRC W25007). Vol. 7: 371–378

Versión: 1.3-20220830


  1.  Una ofrenda que se hace con agua, leche y semillas.  ↩

  2.  _Sur_ significa ofrenda quemada: «Es una ofrenda que se realiza quemando comida sobre carbón. Se ofrece a los budas, a los protectores, a los seres en general, y especialmente a los espíritus errantes y a los seres con quiénes tenemos deudas kármicas.» (Las palabras de mi maestro perfecto, pág. 405 en inglés)  ↩

  3.  Las cinco formas erróneas de ganarse la vida son: 1) hipocresía, 2) adulación, 3) solicitación, 4) expropiación, y 5) generosidad calculada.  ↩

  4.  La más elevada de las seis moradas de los dioses del Reino del Deseo.  ↩

  5.  «Literalmente, las deudas por haber derribado los castillos de los elevados (las clases superiores) y de haber quitado las tierras de los pobres» (Tulku Thondup).  ↩

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